Los altivos, perversos, esquivos, libres, interesados, corruptos, austeros, necesarios, oscuros y soberbios pelícanos volaban al ritmo de la tan cansada, tranquila, ortodoxa, sedentaria, antigua y tosca costa. La misma que nos deleita con un hermoso atardecer con el sol tan sinuoso, obcecado y limitante que nos celebra cada día tan diminuto, inmenso y abstracto, bendiciéndonos con un brillo de esperanza que vuela tan volátil, urgente y estruendoso, ligero y austero que se asemeja tanto al vuelo de estas aves.