El viaje de las ideas.

Los altivos, perversos, esquivos, libres, interesados, corruptos, austeros, necesarios, oscuros y soberbios pelícanos volaban al ritmo de la tan cansada, tranquila, ortodoxa, sedentaria, antigua y tosca costa. La misma que nos deleita con un hermoso atardecer con el sol tan sinuoso, obcecado y limitante que nos celebra cada día tan diminuto, inmenso y abstracto, bendiciéndonos … Sigue leyendo El viaje de las ideas.

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Perdido

Hacía días que no sabía de él. Admito que me traía preocupado hace unas semanas, la última vez que escuché de él me comentaron que un día cambió abruptamente, se levantó una mañana y se encontró con esa hambre. Pero no el típico que grita el estómago, sino otro, el hambre de ser feliz, de … Sigue leyendo Perdido

Pensar.

Pienso, mientras otros respiran. Pienso en tanto otros viven. Pienso mientras el mar se arrebata. Pienso para vivir dos veces. Aunque piense que en la mayoría de las veces no vivo, porque pienso, y me cercioro, de que el temor a fracasar, te enfrasca en la teoría.

Café con gusto a verso

                Una mañana me hallaba yo disfrutando de la soledad, con un café recién hecho que preferí tomar frente a mi computadora de escritorio. Me senté moviendo la cuchara entre aquel elixir cafeinoso y cuando me dispuse a darle el primer sorbo, un colibrí apareció en mi ventana.                 —Bienaventurado seas, porque aquí llegué para … Sigue leyendo Café con gusto a verso

Polvorín.

…El enorme tipo se extrañó al ver que chica tan enana le compraría, aunque sus dudas se esfumaron al ver los escuálidos brazos y la delgadez de la joven. Con todos aquellos atributos de una clienta ideal se dejó llevar, entró en la casa y ella cerró con llave. Caminó hasta la sala y con … Sigue leyendo Polvorín.

El acaricia tímpanos

El opulento público alaba a tan conocido artista de tétrica suavidad, que, entrando a corazones abiertos con un dulce tacto al tímpano, estrangula realidades al masturbar oídos con éxtasis en notas, entrando y saliendo de tantos órganos desconocidos, dejándolo como el único conocido a aquel que entra en sus corazones.