Seguí

El triste burdel de vidas,

casino de realidades

ha quebrado.

Salimos creyéndonos profesionales,

pero las fichas solo pisan papeles.

Y ahora que rebotaste en el lado equivocado,

no sabes dónde apostar.

Los hilos ahora tejen, tejen y tejen

un triste poncho que no mata el hambre,

el titiritero mutó en abuela,

y hasta los dados le parecen graciosos.

Sin nadie que obedecer,

sin juego que jugar.

Así que vuelve,

vuelve a apostar, sin nada, con nada,

desentierra viejas fichas,

desempolva cartas

que si se muere otro casino,

tengas reglas claras para jugar en la calle.

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