Un parlante, una “caña 33” polvorienta, un mate de más viejo y el equipo. Años acumulados en forma de disco y el aromatizador que siempre asusta cuando te distraes en la madrugada. Una pantalla plana, una primera ventana por donde se ven las ramas danzantes en el patio y la segunda, que se empaña con … Sigue leyendo La silla de los mil mundos
