Cacé un sentimiento in fraganti, al estar
deliberando intereses
en medio de una caminata del recuerdo,
lo cierto es que volaba frente a mi ventana
cayendo en la casa de mis caseras
un trozo de Adelina.
Una bufanda al decir verdad,
siempre constabas tu curiosa
costumbre de ponerle nombre
a todo.
Costumbre de hacerlo todo
tan tuyo, bautizando corazones
y cotidianeidad con tu diccionario
bendito, dejando una fragancia
victoriana de conquista que
fragmentaba mi desespero.
Seguía tus conquistas,
llamado descortésmente
como a un sirviente, muerto
de hambre, esperando la próxima
Campanada de tu bendición.
«Por acá ya pasó,
¿A dónde habrá ido?»
Parece pensar la Adelina
que ahora se estancó
con sus hilos en las ramas
del quieto y conservador árbol.
Cacé un sentimiento in fraganti,
me recordó mi soledad,
y es que nunca supe,
¿Me bautizaste en algún momento?