Corría el año 2008, Aquí era invierno y Konami de la mano de Hideo Kojima estrenarían el videojuego que daría el cierre a una de mis sagas favoritas, Metal Gear Solid 4: The guns of the patriots salía a la venta y con él se suponía cerrar una etapa en la vida de su creador, Hideo. Con el tiempo, el internet diría que no daba para la talla de las entregas previas, diciendo que era un juego más que sacaron para vender. Pero yo no lo experimentaría hasta el 2012, año en el que me regalaron una PlayStation 3 que traía consigo una copia especial del videojuego.
Hoy tal vez podría llegar a opinar lo mismo, que la historia tal vez no daba para tanto, y decir que Hideo se vio presionado por la gran empresa que es Konami para exprimir la franquicia —sin mencionar lo que pasó con Metal Gear 5, que acabó con todo—. Pero no quiero entrar en detalles técnicos, hablemos de historia.
El otro día…
Estaba yo en una tarde común y corriente, divagando entre mis archivos de Word cuando llegó a mí el recuerdo de una secuencia: la batalla final del Metal Gear Solid 4, el cierre de todo. Repasemos que pasó: —Imploro su perdón por hablar de algo que ni tienen idea quizá, si son afines a ellos, les recomiendo jugarlo, o vean algún video de su historia, es disfrutable de ambas maneras, viéndolo o jugándolo— llegamos al cuarto y último acto del juego, dentro de su fortaleza marina Old snake frustra los planes tecnológicos del enemigo con ayuda de un software y, abatido por las incontables atrocidades que tuvo soportar cae inconsciente. Liquid Ocelot, su némesis en esta historia, lo carga y lleva a un sitio apartado de toda aquella fortaleza.
Ocelot espera pacientemente al regreso del héroe, y cuando este despierta empieza el fin de todo.
—Despierta Snake. Mira. La guerra por fin ha acabado.
—¿Por qué? Pudiste habernos detenido.
—¿Detenerlos? ¿Por qué habría de hacer eso? Si así es como quería que acabase. Como era antes de la época de nuestro padre, antes de la era de los patriotas.
Y entonces, rebela todo el meollo que venía pasando a través de los años, a través de los otros tres videojuegos, y poco a poco, todo va entrando en su lugar. Y por fin entendés, entendés como el villano llegó a ahí, como todo estaba pactado desde un principio, los sacrificios, las muertes, las acciones tuyas y del resto estaban justificadas por un supuesto bien mayor. Y caes en la idea de que toda la vida fuiste un títere, pilotado por manos invisibles.
Tras todo aquel discurso Ocelot inyecta a Old Snake con una suerte de adrenalina —para no entrar en detalles de lo que realmente es— para cumplir con un último gusto. Y es que, ambos nacieron para eso, para luchar, para vivir en la guerra. El último deseo de dos ancianos sale a la luz. Quieren hacerlo una última vez.
—Aquí está hermano, nuestro último encuentro. ¡La batalla terminó, pero nosotros no somos libres aun! La guerra acabó, pero nosotros tenemos una cuenta pendiente.
Ocelot por fin lo dice, Snake se pone de pie y dan a lugar a una de las escenas de lucha que es de las mejores que he visto, sin mencionar la música del momento que te pone el corazón a tono. Recuerdo en ese momento como me tenía en el filo de la silla, preguntándome si yo entraría a jugar en algún segundo. Hoy lo veo mucho más disfrutable, tras una larga pelea repleta de puñetazos, derribos y patadas ambos acaban en el suelo, ambos gritan el nombre del otro en señal de un segundo round que te emociona aún más, la lucha sigue y entonces empieza.
La banda sonora cambia rotundamente, con tonos bajos y con un toque de melancolía mientras ellos siguen dándose puñetazos entrando en el más bajo peldaño de la humanidad, en la guerra eterna. Sabiendo que ellos están así desde el primer día en el que fueron creados, luchando, cayendo y levantándose, gritando de ira y matando para sobrevivir te puedo asegurar que, a mí lo que antes me parecía épico, hoy también me llena de una gran mezcla de tristeza y melancolía. Con ello demuestra, en un último momento de la saga, que no de existir esta parte, ellos habrían seguido luchando hasta el fin de los tiempos.
Pero en algún momento debía de parar, en los últimos segundos de la secuencia ambos logran un puño directo en el rostro del otro y caen dos jeringas de adrenalina, ellos se miran y sin decirlo, el uno le inyecta al otro. Se recuperan una última vez y con toda esta carga emocional, empieza la última pelea de Old Snake, y está en tus manos.
La jugabilidad del momento
Solo para comentarles algo en un pequeño parrafito, empiezas a jugar con la clásica jugabilidad del primer juego, el de PlayStation 1, y a medida que avanza la lucha, van recordando viejas canciones y momentos de los antiguos juegos, como un último homenaje a toda la saga.
Paren, por favor.
La batalla está acabando, como jugador das el último golpe y ambos caen al suelo, pero esta vez es diferente. La música cambia, una guitarra lenta y triste empieza a sonar mientras ambos vuelven a ponerse de pie, y todo cambia, ambos están cansados. Se esfuerzan en mantenerse de pie y Ocelot grita: “¡Aun no se ha acabado!” entonces todo el mecanismo cambia, como jugador solo puedes moverte hacia delante o atrás, y solo puedes dar un golpe o recibirlo. Todo se vuelve triste, ¿Por qué no paran? Das un golpe, lo abates y vuelve a ponerse de pie, y se repite una, y otra vez. Hasta que por fin se detiene, él ya no puede seguir, se da por vencido, Ocelot tiene un último dialogo con su antiguo enemigo y admite que todo estaba destinado a acabar así, sin disculpas, sin justicia ni felicidad. Y se va, no sin antes decir su distintiva frase: “You’re pretty good.”
El mal ha abandonado este mundo y aun así no te sabe bien.
El recuerdo
Cada cierto tiempo vuelvo a recordar esto y me emociona como la primera vez que lo viví, nada más que esta vez tenía las ganas de compartirlo con ustedes. Es posible que pronto también escriba algo de la secuencia que le sigue, el cierre de una enorme saga y la muerte de una leyenda. Les comparto el vídeo de todo esto para que lo experimenten ustedes si tienen tiempo y ganas. No tiene desperdicio.
Sean felices, Aaron Konrat.